Desde hace unos días se ha comenzado a especular con la posibilidad de que la Presidenta Bachelet haga un nuevo cambio de gabinete. Si bien este ha sido negado en el gobierno lo que importa, más allá de si se efectúa o no, es qué lleva a los medios a especular con dichos movimientos.
Es cierto que la prensa chilena buscaría hacer noticia con este cambio y los rumores le dan de que hablar, pero también lo es que “cuando el río suena, piedras trae”. A estas alturas las diferencias entre Velasco y Velasco nadie podría decir que son sólo rumores; de cualquier modo, no sería la primera vez dentro de los gobiernos concertacionistas que se de una disputa entre los Ministros políticos y los económicos. Todos los ministros de hacienda han tenido alguna serie de conflictos con sus pares y si Andrés Velasco no está seguro de esta afirmación, es cosa que le consulte a su “vecino” en Teatinos, Alejandro Foxley.
Así y todo, el tema de fondo que me trae a escribir esta columna no es las diferencias entre los economistas y los políticos, sino el explicar que este no sería un cambio de gabinete cualquiera, sino el final de un laaaaaargo cambio ministerial.
Algunos dirán que este sería el tercer cambio de ministros que haría Bachelet en menos de 18 meses; yo en realidad creo que esto es como en el futbol: cambiar sólo a un jugador no sirve, debes hacer varios cambios si quieres realizar un poderoso ajuste que te sirva para dar nuevos bríos al equipo.
Otros dirán que eso ya se hizo en Marzo. Pero la verdad es que más de uno no lo hemos considerado suficiente. Si bien no suelo estar de acuerdo con las posturas del Senador Adolfo Zaldivar, ni tampoco estuve de acuerdo con él cuando se opuso a más recursos para el Transantiago, creo que la posibilidad de que salga el Ministro de Hacienda es cada vez más real y esa si que sería una necesaria novedad.
Recién mencionaba las difíciles relaciones que han tenido todos los ministros de hacienda con sus pares políticos, pero aun no recuerdo de ninguno que haya llegado al grado de imponerse sobre estos. Normalmente la política rige sobre la economía y quien ejerce el cargo de Presidente termina, de una u otra forma, avalando a los políticos sin desautorizar de forma directa a quien manda en la Hacienda Pública, sin embargo, en el actual gobierno más parece que los economistas predominan sobre los políticos.
El caso Codelco es sólo el último, pero también uno de los más significativos. Cuando una Presidenta socialista que, además es considerada como menos cercana al neoliberalismo permite que sus subalternos dejen desamparados a trabajadores “por ser subcontratistas” dan bastante de que pensar. O ella ha ido cambiando su forma de mirar o ellos están haciendo lo que quieren. Como dudo que una doctora con gran formación como es la Presidenta Bachelet esté de acuerdo con dejar al desamparo a los subcontratistas de Codelco, creo que su Ministro de Hacienda no la está sabiendo interpretar y hace lo que le viene en gana, por tanto, la única solución a la vista sería que él renuncie o le pidan el cargo.
En resumen, para que este gobierno avance en sus materias se necesita un equipo afiatado y si ya se han hecho los cambios necesarios en el área política queda modificar a los ministros del área económica. Es cierto que sacar al Ministro de Hacienda anticipadamente es algo que nunca ha ocurrido en los gobiernos de la Concertación, pero también lo es que la necesidad de dar un vuelco de claro entendimiento y coordinación entre las dos áreas de gobierno es indispensable.
Cuando se han hecho cambios acertados en lo político, viene siendo hora de hacer los cambios restantes. Esto significa la necesidad no sólo de cambiar al Ministro de Hacienda, sino también de hacerlo con aquellos ministros que no han dado el ancho en un año y medio de mandato.
Es cierto que un cuarto cambio de gabinete en sólo año y medio de mandato puede ser mucho, pero también lo es que si la Concertación quiere seguir siendo un verdadero referente debe ordenarse aquello que no lo está.
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2 comentarios:
Estimado Javier, creo que necesariamente debe existir un uniformidad de criterios y a la vez una uniformidad aceptable de "modus operandis" para realizar un trabajo de direccion, saber gerenciar en una empresa es establecer los patrones de conducta requeridos para el exito de dicha empresa, ahora haciendo la analogia con el gobierno, la distribucion de las cargas debe ser pristina, y lo mas cercana a la efectividad, con un hilo conductor erigido por el destino al que quiere llevarnos y no por casuisticas que aparezcan entre medio y nos hagan perder el norte.
Es curioso el cambio, generalmente por aqui lo que recomiendan y se suele practicar es tener una confianza total en el Ministro de Hacienda, dicen que por enseñanza de Olof Palme, no obstante efectivamente tiene que haber unidad de criterios en los gobiernos, veremos a ver que tal, animo.
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